Santa Ángela de la Cruz




Santa Ángela de la Cruz, es el nombre religioso que adoptó María de los Ángeles Guerrero González, religiosa y santa. Nació en Sevilla en 1846 y murió en Sevilla en 1932 a los 86 años de edad.

Fue fundadora de la congregación llamada Instituto de las Hermanas de la Cruz dedicada a ayudar a los pobres y a los enfermos. Fue canonizada como Santa Ángela de la Cruz.


Familia. Ángela de la Cruz era hija de una familia humilde, sus padres trabajaban de cocineros en el convento sevillano de los Padres Teatinos en una época difícil, pues debido a la mortandad infantil, de los catorce hijos que tuvieron sólo seis llegaron a la mayoría de edad.

Su instrucción escolar fue escasa, a los 12 años entró a trabajar en un taller de fabricación de calzado para contribuir a la economía familiar, allí permaneció hasta los 29 de forma casi ininterrumpida.

Pronto quedó huérfana de padre, sin embargo su madre murió anciana, Ángela repartía sus días entre el taller, las iglesias a donde acudía a rezar y la visita a las casas de los pobres.


Convento.
A los 16 años entró en contacto con el padre José Torres Padilla, un sacerdote con fama de santidad, el cual tendrá una influencia decisiva en su vocación religiosa. El padre Torres se convirtió en su confesor y director espiritual.

Cuando en 1865 una epidemia de cólera se cierne sobre Sevilla su motivación piadosa le hace multiplicarse para atender a los más necesitados; y en ese mismo año decide meterse a monja, cuando contaba diecinueve años de edad, el padre Torres, le ayudó a encontrar lo que Dios le pedía: ser monja.

En 1865, acompañada de su hermana Joaquina, llamó a las puertas del Carmelo que había fundado en Sevilla santa Teresa de Jesús, pero, a pesar de su gran capacidad para la vida contemplativa, no fue admitida porque no tenía suficiente salud para la vida tan austera del Carmelo.

En 1868 entró como postulante en las Hijas de la Caridad del hospital central de Sevilla, pero por su salud quebrantada fue trasladada a Cuenca, por si le sentaba mejor aquel clima.
En 1870 tuvo que dejar definitivamente a las Hijas de la Caridad, a pesar de su entrega y fidelidad generosa. Tenaz en su empeño, decide ser “monja en el mundo”, tomando los votos religiosos y haciéndose llamar en adelante Ángela de la Cruz, con la idea de hacerse “pobre con los pobres”.


Prestación asistencial. En 1876, se declaró una epidemia de viruela en Sevilla, ello hace que las Hermanas de la Cruz intensifiquen sus esfuerzos de ayuda a pobres y enfermos, causando su labor gran admiración en todos los estamentos de la ciudad. Su metódica de trabajo es siempre la misma, acuden por parejas a casa de los enfermos que las necesitan, mientras una atiende al paciente sentada a su lado, la segunda realiza las actividades del hogar.


Fundación de la Compañía de la Cruz. En sus escritos titulados Papeles íntimos, que son páginas asombrosas para una mujer iletrada, con faltas ortográficas pero con una identidad cristiana y eclesial admirable, redactó su proyecto de Compañía, con una dimensión caritativa y social a favor de los pobres y con un impacto enorme en la Iglesia y en la sociedad de Sevilla, por su identificación con los menesterosos: «Hacerse pobre con los pobres». No quería hacer la caridad «desde arriba» sino ayudar a los pobres «desde dentro». Escribía y lo vivía: «La primera pobre, yo…».

En 1873 formuló votos perpetuos fuera del claustro, pronto nace la idea de fundar la “Compañía de la Cruz”. En 1875 comenzó a tomar forma su proyecto, encontró a tres compañeras: Josefa de la Peña que goza de una buena situación económica, Juana María Castro y Juana Magadán, dos jóvenes pobres.

Con el dinero de Josefa Peña alquilaron su “convento” que es solamente un cuarto en la casa número 13 de la calle San Luis en Sevilla, y organizaron un servicio de asistencia a los necesitados a lo largo del día y de la noche.

Luego pasaron a la calle Hombre de Piedra, junto a la parroquia de San Lorenzo, donde ejercía el ministerio Marcelo Spínola. Empezaron a recoger niñas huérfanas de los enfermos a quienes atendían, por eso pasaron a otra casa más grande en la calle Lerena, donde ya pudieron contar con la presencia de la Eucaristía. Atendían a las personas que estaban solas y enfermas en sus casas.

Con una mano pedían limosna y con la otra la repartían. Sus compañeras comenzaron a llamarla “Madre”. En 1876, Sor Ángela consigue la admisión y bendición de su obra por el arzobispo de la diócesis, el Cardenal Spínola.


Expansión de la Compañía de la Cruz. En 1877 se había fundado la primera casa filial en Utrera, de la provincia de Sevilla. En 1879 el arzobispo fray Joaquín Lluch aprobó las primeras Constituciones de la Compañía de las Hermanas de la Cruz, en una síntesis de oración y austeridad, contemplación y alegría en el servicio a los pobres. Las Hermanas de la Cruz fueron extendiéndose por Andalucía y Extremadura. En Sevilla se trasladarían a lo que después sería la casa madre en la calle de Los Alcázares.

En 2018, la Compañía de la Cruz tiene más de cincuenta conventos, 700 hermanas y unas 50 novicias que realizan el noviciado en Sevilla. Los países donde se encuentra son España, Argentina e Italia. En España en las comunidades autónomas de Andalucía, Extremadura, Canarias, Madrid, Comunidad Valenciana, Castilla y León, Castilla La Mancha y Galicia.


Viaje a Roma. En 1894 sor Ángela, viajó a Roma para asistir a la beatificación del maestro Juan de Ávila y fray Diego de Cádiz, pudiendo entrevistarse con el Papa León XIII, quien más tarde concedió el decreto inicial para la aprobación de la Compañía, que firmaría en 1904 el Papa Pío X.


Fallecimiento. Falleció en 1932, y muchas personas de todas las clases sociales rindieron homenaje a la hoy Santa que, por privilegio del Gobierno de la Segunda República Española, fue sepultada en la cripta de la Casa Madre en Sevilla.

Dos días después el Ayuntamiento republicano de la ciudad de Sevilla, presidido por el alcalde don José González Fernández de Labandera, decidió por unanimidad que constase en acta el sentimiento de la Corporación la muerte de la religiosa y decidió se rotulase con su nombre la entonces llamada calle Alcázares, donde estaba y continúa el convento. Su cuerpo incorrupto reposa en su capilla de la casa madre y su memoria litúrgica se viene celebrando el día 5 de noviembre . A pesar de no tener estudios, dejó escritos de gran profundidad.


Canonización y santidad. El Papa Juan Pablo II la beatificó en Sevilla el 5 de noviembre de 1982. En 2002, la Iglesia reconoció oficialmente su santidad, al aprobar el milagro que le había sido atribuido, la curación, científicamente inexplicada, de un niño que sufría una obstrucción de la arteria central de la retina del ojo derecho y recuperó repentinamente la visión. Fue canonizada por Juan Pablo II el 4 de mayo de 2003 en la madrileña Plaza de Colón, con el nombre de Santa Ángela de la Cruz.

Con motivo de la canonización de sor Ángela de la Cruz, el arzobispo de Sevilla, mons. Carlos Amigo, escribió una pastoral a sus diocesanos, en la que afirma entre otras cosas: “Ángela de la Cruz está entre las figuras más resplandecientes de la historia de nuestra diócesis. Ella brilla por su fidelidad constante a la voluntad de Dios; por la humildad que llenaba de grandeza su incondicional amor a su Señor; por la alegría en la pobreza, que era glorificación de la bondad del Creador; por la caridad sin medida en la que Cristo era honrado en los más pobres y desvalidos”.


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