Juan
Martínez Montañés, escultor e imaginero. Nació en Alcalá la
Real (Jaén) en 1568 y murió en Sevilla en 1649 a los 81 años de
edad, en esta ciudad desarrolló su principal trayectoria artística.
Fue
una figura sobresaliente de la escultura en madera policromada y el
máximo exponente de la escuela sevillana de imaginería. Juan
de Mesa y Alonso Cano fueron sus reconocidos discípulos.
Familia. Sus
padres fueron Juan Martínez, “Montañés” y Marta González.
Tuvieron seis hijos siendo Juan el único varón. Contrajo matrimonio
en Sevilla con Ana de Villegas. Tuvieron cinco hijos: Mariana (monja
dominica), Bernardino (monje franciscano), José (prebístero),
Rodrigo y Catalina. Enviudó y contrajo un nuevo matrimonio en 1614
con Catalina de Salcedo y Sandoval, hija del pintor Diego de Salcedo
con la que tuvo otros siete hijos.
Formación. Se
inició en la escultura trabajando en Granada en el taller de su
paisano Pablo de Rojas al que a lo largo de su vida reconocería como
su maestro. Completó su formación en Sevilla, donde se estableció
para el resto de su vida.
En
1588 compareció ante un tribunal examinador, para acreditar su
suficiencia en la escultura y el diseño de retablos. Fue declarado
“hábil y suficiente para ejercer dichos oficios y abrir tienda
pública”
Obra. En
su producción artística se distinguen varias etapas:
- El periodo formativo (1588.1605);
- La etapa magistral (1605-1620);
- El decenio crítico (1620-1630), con la pérdida de sus discípulos Juan de Oviedo y
- Juan de Mesa;
- El periodo plenamente barroco de la apoteosis final (1630-1643).
La
obra de Martínez Montañés se conserva fundamentalmente en Sevilla
y otros lugares de Andalucía e Hispanoamérica. Algunas de las más
relevantes que están documentadas e identificadas son las
siguientes:
- En la Catedral sevillana, se encuentran el Crucificado de la Clemencia (1603) y la Inmaculada conocida como “La Cieguecita” (1629-1630);
- En la parroquia del Sagrario, el Niño Jesús;
- En la iglesia de la Anunciación, San Ignacio, San Juan Bautista y San Francisco de Borja;
- En el Museo de Bellas Artes de Sevilla, Santo Domingo y San Bruno (1634).
- En el convento de Santa Clara, el retablo mayor, la Inmaculada, Santos Juanes y San Francisco de Asís;
- En las Carmelitas Descalzas, Santa Ana y la Virgen;
- En Santa Paula, San Juan Evangelista;
- En Santa Isabel, el retablo del Juicio Final
Aunque
en su fase inicial trabajó la piedra, su material preferido fue
siempre la madera policromada. Siempre contó con la
colaboración de grandes pintores, entre los que destacó Francisco
Pacheco del Río.
En
1607 realizó el diseño y las figuras principales del retablo del
convento de la Concepción de Lima (Perú). La hornacina
principal del retablo la dedicó a un Crucificado. El modelo de
retablo que creó para este encargo le sirvió para posteriores
obras.
Estancia
en Sevilla. La
mayor parte de la vida profesional de Martínez Montañés
transcurrió en Sevilla y fue profundamente religiosa, fue una gran
estudioso de la Biblia y de textos de santa Teresa de Jesús y
otros santos místicos. En consonancia con su religiosidad, varios de
sus hijos profesaron órdenes religiosas.
Por
aquellos tiempos en Sevilla se organizaban tertulias en la
universidad, academias y en la Casa de Pilatos y a ellas acudía
Martínez Montañés. En la academia del pintor Francisco
Pacheco del Río, conoció a Diego Velázquez y Alonso Cano
donde asistían además diversos teólogos, filósofos, escultores y
pintores.
Madrid. En
1635 fue unos meses a Madrid, para moldear en barro el busto del
rey Felipe IV, que junto con el retrato ecuestre de Velázquez
debían servir como modelo para una estatua ecuestre. Esta estatua se
encuentra actualmente en la plaza de Oriente de Madrid.
Durante su estancia en Madrid fue retratado por Velázquez.
Retablos. Montañés
se especializó en el diseño y construcción de retablos para los
que también realizaba su obra escultórica. El modelo de retablo
utilizado fue el dominante en el periodo manierista.
En los
retablos mayores solía predominar la estructura de dos cuerpos, con
tres calles.
En 1609 comenzó la ejecución del que sería uno de sus trabajos más destacado, el retablo de la iglesia del convento de San Isidoro del Campo en Santiponce (Sevilla), perteneciente a la orden de los jerónimos. La obra quedó concluida en 1613 y en ella intervinieron varios artistas ensambladores y escultores.
En 1609 comenzó la ejecución del que sería uno de sus trabajos más destacado, el retablo de la iglesia del convento de San Isidoro del Campo en Santiponce (Sevilla), perteneciente a la orden de los jerónimos. La obra quedó concluida en 1613 y en ella intervinieron varios artistas ensambladores y escultores.
Escultura. Su
arte como escultor se inspiró en el natural y su producción tiene
unas características más clasicistas y manieristas que
propiamente barrocas.
Fue
creador de un lenguaje sereno y clásico que transmitió a toda la
Escuela Andaluza. Las esculturas de carácter religioso realizadas
podían tener como fin, bien la participación en cortejos
procesionales, o bien ser la decoración interior de una iglesia,
tanto en forma individual como formando parte de un retablo.
Crucificados. Entre
las esculturas más relevantes de su obra se encuentran la figura
de Cristo crucificado. Con el Cristo, al artista mostró un
perfecto conocimiento del cuerpo humano, pretendiendo acentuar el
realismo de la figura, representando los músculos, las venas, una
contorsión propia de la crucifixión. Realizó más de diez Cristos
y entre ellos destaca el Cristo de la Clemencia, conservado en
la Catedral de Sevilla.
Escultura
del Niño Jesús. Según
contrato, Martínez Montañés tenía que tallar una imagen “de
una vara poco más o menos… de madera de cedro de la Habana… con
una cruz del tamaño que conviene al Niño, de ébano, redonda…
labrada con toda la corteza a imitación de corteza
rústica”.
Montañés recreó a Jesús niño, desnudo y
erguido con los pies sobre un cojín y las manos alzadas. Esta imagen
ha tenido diversas restauraciones a lo largo de su historia. Todas
ellas encaminadas a reparar la policromía de la imagen.
Se
trata de una obra emblemática de la escultura barroca ya que fijó
la versión definitiva de esta popular iconografía andaluza. La
escultura la realizó en 1607 para la Hermandad Sacramental del
Sagrario de Sevilla. Su éxito supuso la aparición de múltiples
versiones, realizadas tanto en madera como en otros materiales como
barro cocido o plomo.
Autor: Feliciano Robles.
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