MANUEL GIMÉNEZ FERNÁNDEZ




La biografía de Manuel Giménez Fernández, un distinguido abogado, doctor, político y catedrático, nos transporta a una época de cambios y convulsiones en la historia de España. Nacido en Sevilla en 1896 y fallecido en la misma ciudad en 1968 a la edad de 71 años, su legado perdura como un ejemplo de compromiso y convicción en sus diversas facetas de vida.

Formación. Desde sus primeros pasos en el mundo académico, Giménez Fernández destacó por su dedicación y excelencia. Se graduó en Filosofía y Letras, especializándose en Historia, y más tarde obtuvo un doctorado en Derecho por la prestigiosa Universidad de Sevilla.

Docencia. Su pasión por el conocimiento lo llevó a una carrera docente sobresaliente, ocupando la cátedra de Derecho Canónico en la Universidad de Sevilla desde 1930 hasta su jubilación. Durante este tiempo, influyó y moldeó las mentes de numerosos estudiantes con su profundo conocimiento y su compromiso con la enseñanza.

Política Municipal. Manuel Giménez Fernández inició su compromiso político desde una perspectiva cristiano-social, alineándose con un sector del maurismo que abogaba por reformas desde arriba. Bajo la etiqueta de la Liga Católica local, desempeñó el papel de concejal en el Ayuntamiento de Sevilla en varias ocasiones, a menudo enfrentándose a temas controvertidos con su actitud crítica.

Su implicación en la gestación del Estatuto Regional Andaluz en 1933, como miembro de la ponencia de Blas Infante, refleja su profundo interés en cuestiones políticas y sociales de relevancia regional.

Política Nacional. En la Segunda República, Giménez Fernández dio el salto a la política nacional, uniendo su camino a la CEDA. Su compromiso y doctrina políticos eran ejemplares, aunque a veces no coincidieran completamente con las tácticas del partido. En las elecciones generales de 1933, fue elegido diputado a Cortes por la circunscripción de Badajoz, y en las elecciones de 1936, nuevamente fue elegido diputado, esta vez por la circunscripción de Segovia.

Ministro. Su servicio como Ministro de Agricultura en el gobierno presidido por Alejandro Lerroux entre 1934 y 1935 marcó un período crucial en su carrera política. A pesar de enfrentar varios atentados, logró impulsar políticas significativas, como el cese de expropiaciones definitivas por el Instituto de Reforma Agraria, la ley de protección a yunteros y pequeños labradores, y la ley de arrendamientos rústicos.

Sin embargo, su dimisión en 1935 debido a la oposición de sectores reaccionarios dentro de la CEDA dejó un legado de modernidad y seriedad en la aplicación de la doctrina social de la Iglesia en un momento histórico complejo.

Compromiso Político. La vida y obra de Giménez Fernández se caracterizaron por su lucha incansable por la justicia. A pesar de ser un republicano convencido, también era un católico devoto. Su enfoque político se basaba en la promoción de los principios sociales del cristianismo, y creía que las derechas no debían ser exclusivamente conservadoras en lo social. Abogaba por una sociedad más equitativa y justa, donde la riqueza se compartiera de manera más equitativa entre ricos y pobres.

Discurso ante las Cortes en 1934. En un discurso memorable en las Cortes mientras era Ministro de Agricultura, Giménez Fernández defendió la Reforma Agraria y expresó su visión sobre la propiedad desde una perspectiva canónica, destacando la responsabilidad de aquellos que poseen bienes hacia los menos afortunados.

Guerra Civil. La Guerra Civil supuso la incautación de sus bienes y su confinamiento en Chipiona. No obstante, en 1937 fue restablecido en su puesto en la Universidad.

Divulgación. Además de su carrera política, Giménez Fernández fue un prolífico autor y colaborador en el periódico "El Debate." Sus obras, que incluyen "Instituciones Jurídicas de la Iglesia Católica," "La Institución Matrimonial," "El Orden Jurídico, Económico e Internacional Cristiano," y "La Coyuntura Actual de la Filosofía Aquiniana," demuestran su compromiso con temas fundamentales de la sociedad y la religión.

Religión. Nombrado consultor jurídico de los países hispanoamericanos para el Concilio Vaticano II, Giménez Fernández enfrentó obstáculos burocráticos y la resistencia de su ordinario que le impidieron participar en el Concilio en persona. A pesar de ello, siguió con pasión los acontecimientos del Concilio, que confirmaron sus creencias religiosas, intelectuales y políticas.

Reconocimientos Honoríficos. En 1934, fue nombrado Hijo Predilecto de Sevilla, un honor que lamentablemente fue revocado en 1936 debido a los cambios políticos de la época. También fue miembro del Ateneo de Sevilla, lo que refleja su relevancia y prestigio en la comunidad.

La figura de Manuel Giménez Fernández trasciende las páginas de la historia y representa un ejemplo de compromiso, erudición y dedicación a la justicia en tiempos tumultuosos de la historia española. Su legado perdura como un faro de integridad y valores en el escenario político y académico de España.














No hay comentarios:

Publicar un comentario