Prólogo de Ignacio Guajardo-Fajardo


PROLOGO

Conozco a Feliciano Robles desde hace muchos años; a principios de los 80 del pasado siglo XX cuando él estaba recién llegado a Sevilla procedente de Cataluña.
Me llamó la atención de él su deseo de contribuir a un mundo mejor. Era un hombre altruista, desinteresado, y una de sus inquietudes era, en aquel tiempo, cómo mejorar el medio ambiente.
Se le había ocurrido que las cajas de embalar los objetos que comprábamos en los hipermercados o grandes almacenes fueran reutilizables, pues su uso y abuso contribuían a la degradación del medio ambiente. Con el tiempo, esta idea, que por entonces podría parecer descabellada, pues nadie tenía aún conciencia ecológica, de otra forma, se va haciendo poco a poco realidad.
También me llamó la atención de él su afán de saber y de superarse. Tras varios años trabajando como Ingeniero Técnico en Barcelona en una gran empresa de automoción, decidió dar un cambio radical en su vida, preparándose las oposiciones para hacerse profesor de instituto en la especialidad de Tecnología y vivir en Sevilla.
Ya como profesor desarrolló una labor docente encomiable, teniendo una relación profesor - alumno basada en la confianza, el respeto y la autoridad que da el saber y la preocupación responsable por los alumnos. Además compaginando con su trabajo docente, estudió por la UNED la carrera de Filosofía y Ciencias de la Educación.
Era muy novedosa su forma práctica de enseñar. Potenciaba la salida de los alumnos a centros y fábricas en los que éstos pudieran aprender y ampliar de una forma más pragmática sus conocimientos, en contacto directo con el medio y no a través del aprendizaje exclusivamente teórico.
Una muestra de la importancia de la práctica previa a la docencia que él mismo había experimentado, me la transmitió una vez que me dijo, y lo he guardado en mi mente y la hago realidad en las conferencias y clases que imparto: “si alguna vez eres profesor en tu campo, lo harás bien, pues tienes un gran bagaje y una amplia experiencia como médico y transmitirás no sólo un saber puramente teórico, sino un saber basado en tu práctica y en la clínica del día a día”.
Recuerdo que en otra ocasión me comentó cómo la factura de la luz que consumíamos no era justa, pues favorecía a los que más consumían, es decir, a los que tienen más posibilidades económicas. Este planteamiento también fue adelantado a su tiempo, pues más tarde en las facturas de la luz aparecieron tarifas especiales denominadas bono social o ayuda a los usuarios en situación de riesgo social.
Allá por el año 2000, descubrió internet, y tanto se familiarizó que comenzó, como es él, a publicar de forma desinteresada biografías, artículos sobre lugares geográficos, ciudades, centros de interés, etc., especialmente relativos a su zona de nacimiento, el Valle del Jerte, con fin exclusivamente divulgativo.
De los proyectos dedicados a biografías, destaca la web “Sevillanos ilustres” con más de 220 personajes biografiados de unas veinte categorías profesionales diferentes, ocupando un lugar preferente el dedicado a la "Medicina". Por motivos del cierre de la web que alojaba esas biografías ha decidido publicar el presente blog, al cual me pide que realice un prólogo.
¿Y qué puedo decir? Como su nombre indica, “Médicos Sevillanos Ilustres” es una representación de 34 biografías de médicos con grandes cualidades,que han estado o están muy relacionados con la docencia en la Facultad de Medicina de Sevilla, con la investigación y con la práctica medíca en los hospitales publicos sevillanos y el ejercicio privado de su profesión. Feliciano ha procurado que estén representadas la mayoría de especialidades médicas.
Pero hay que tener en cuenta que no están todos los que son porque son muchos más, los que también han sido catedráticos y han impartido su saber en las clases, o han sido profesores, o excelentes clínicos, o médicos escritores o humanistas.
También quiero resaltar la labor de tantísimos médicos, que no son ilustres en el sentido de la fama o del reconocimiento público, pero que ejercen de una forma admirable su labor en cualquier consulta del hospital, quirófano, urgencia o centro de salud urbano o rural, respondiendo a esa demanda del paciente que pone en nuestras manos el cuidado de su salud, una de las cosas más preciadas que tenemos los seres humanos.
Ilustres o desconocidos, la labor que realizan los médicos y todo el personal sanitario en general es una de las mayores funciones sociales que humanamente se puede realizar, y, aunque no siempre con el éxito terapéutico garantizado, como dijo el Dr. Marañón, los médicos a veces curamos, otras consolamos y siempre acompañamos.

Ignacio Guajardo-Fajardo



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