Mateo
Alemán Enero, escritor del Siglo de Oro. Nació en Sevilla
en 1547 y murió en México en 1614 a los 67 años de edad.
Fue
conocido fundamentalmente por la novela picaresca “Guzmán
de Alfarache, atalaya de la vida humana” (1599) que estableció
y consolidó los rasgos característicos de dicho género. La
narración es autobiográfica como en el Lazarillo de Tormes,
aunque el personaje posee una doble dimensión, como pícaro y como
pecador arrepentido, que corresponden a las dos fases sucesivas de su
vida. La novela se convirtió en el primer best seller de
la historia, porque fue traducida al inglés, al italiano, al latín,
al alemán y al francés.
Familia
Era
hijo de Hernando Alemán, del que se discute su origen converso, que
era médico-cirujano de la Cárcel Real de Sevilla y de su
segunda esposa, Juana de Enero, hija de un comerciante de ascendencia
florentina. Nació el mismo año que Miguel de Cervantes, pero
su concepción de la vida fue misantrópica y mucho más pesimista
que la de éste.
Formación
Fue
bachiller en Artes y Teología en la antigua Universidad Maese
Rodrigo de Sevilla y de Medicina en Salamanca y Alcalá de Henares,
pero al morir su padre en 1567 quizá abandonó los estudios de
medicina, puesto que no figura en los libros como licenciado.
Trayectoria
profesional
Ejerció
como recaudador del subsidio de Sevilla y su arzobispado; en Madrid,
le nombraron contador de Resultas en la Contaduría Mayor
de Hacienda. Desde 1573 residió en Sevilla, donde tenía
diversos negocios según los documentos. Le encarcelaron por deudas
en 1580 y pasó en la cárcel de Sevilla dos años y medio, donde
aprovechó para asimilar las costumbres de la vida criminal que luego
aparecerán en su famosa novela “Guzmán de Alfarache”.
En
1586 se hallaba en Madrid y en 1593 realizó un viajó a Almadén
(Ciudad Real) como juez visitador para inspeccionar las famosas minas
de mercurio arrendadas por el monarca a los banqueros
alemanes Fugger o Fúcares. Se conserva el informe que
escribió con tal motivo, para la cual tuvo que interrogar a varios
reos forzados a trabajar allí, que debieron de inspirarle algunos
personajes y pasajes de su obra. Destaca la declaración que hizo,
Fray Juan de Pedraza. contestando a la pregunta de Mateo Alemán,
sobre los tratos que se daba a los trabajos forzados de los presos.
Por todo ello escribió “El «Informe Secreto» de Mateo
Alemán sobre el trabajo forzoso en las minas de Almadén”.
Guzmán
de Alfarache
Una
vez de vuelta a la Corte empezó a elaborar la primera parte de su
libro “Guzmán de Alfarache” que fue editada en 1599, y se
trataba de una novela picaresca que alcanzó un éxito formidable en
España y Europa.
En
1601 volvió a Sevilla comido de deudas, por las que fue encarcelado
otra vez en 1602 hasta que lo sacó su pariente Juan Bautista del
Rosso. Este mismo año se publicó en Valencia una segunda parte
apócrifa del Guzmán de Alfarache, escrita por Mateo Luxán de
Sayavedra (seudónimo del abogado valenciano Juan Martí),
Alemán, enfadado y espoleado por esa segunda parte, se propuso
acabar definitivamente su segunda parte.
Así
que en 1604 publicó en Sevilla la auténtica segunda parte del
Guzmán de Alfarache. El éxito europeo de su obra fue formidable:
casi de inmediato salía una traducción italiana de las prensas
venecianas de Barezzi (1606); en alemán se publicó en Múnich en
1615; G. Chappuys, tradujo al francés la primera parte,
imprimiéndola en Parísen 1600; J. Chapelain tradujo las dos
partes de la novela al francés y las publicó en París en 1620; dos
años después se estampaba en Londres la versión inglesa
de James Mabbe que, en un prólogo extraordinario. En 1623,
en Colonia, se publicó la primera de las dos traducciones que
se hicieron al latín.
Estilo
literario
La
principal característica de la filosofía de la vida emanada
del Guzmán de Alfarache es un misantrópico pesimismo:
la vida del hombre es una milicia en la tierra contra un mundo hostil
que se mueve por la violencia; el protagonista intenta una y otra vez
reformarse pero siempre vuelve a caer en el vicio, a la manera
de Sísifo. Tan negra visión se suele atribuir a la atribulada
vida del autor, o a su condición de descendiente de judíos
conversos; en todo caso, las restantes obras del autor atestiguan que
se trata de un moralista cristiano imbuido de la convicción de la
absoluta igualdad de todos los hombres, y de la valoración de la
virtud propia y de la dignidad por encima de los grupos y las castas.
México
En
1608 obtuvo licencia para viajar a México, ciudad a donde
llegó ya viejo y cansado, y entró a servir al arzobispo fray García
Guerra. En 1609 publicó una “Ortografía castellana”, que
defendía la tendencia fonetista frente a la etimologista. En 1613
escribió “Sucesos de don fray García Guerra, arzobispo de
México”, a cuyo cargo estuvo el gobierno de Nueva España, obra
que incluye una "Oración fúnebre" en memoria del prelado.
En 1614 residía en la localidad mexicana de Chalco. No se
tienen más datos de él y debió morir poco después.
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