Muy
buenas tardes Feliciano, ¿qué puedes decirnos de nuestro sevillano
ilustre de hoy?
Miguel
Mañara Vicentelo de Leca,
noble y benefactor. Nació en Sevilla en 1627 y murió en 1679 a los
52 años de edad.
En
su madurez se mostró muy preocupado por los pobres, y por eso
impulsó la creación para ellos de un hospicio y dos enfermerías.
También consiguió finalizar las obras de la Iglesia de San Jorge.
Antes de esas iniciativas y dada sus enormes riquezas, dijo haber
llevado una vida licenciosa. La figura de Mañara dejó una huella
imborrable, consolidando la Santa Caridad como un referente de
asistencia y devoción en Sevilla.
Y
en cuanto a su entorno, ¿de qué familia venía?
Su
padre, Tomás Mañara Leca Colona, era de Córcega, hacia 1574 se
trasladó a Sevilla. Su madre, Jerónima Anfriano Vicentelo, nació
hacia 1590 y provenía de una familia de origen italiano.
Su
padre Tomás Mañara partió a las Indias, donde estuvo casi diez
años. Volvió como rico comerciante y con una esclava llamada
Martina. En diciembre de 1607 presentó ante el presidente y jueces
oficiales de la Casa de Contratación de Indias unas cédulas reales
que había conseguido en la Corte de Madrid para poder regresar a
América. En Sevilla, ejerció de consiliario del Consulado de
Cargadores a Indias. En 1623 compraron la casa palacio de la calle
Levíes, en la collación de San Bartolomé. Esta casa pasó a ser
propiedad de la Hermandad de la Santa Caridad en 1916 y, en 1989, fue
comprada por la Junta de Andalucía.
Miguel
Mañara, fue el noveno de los diez hijos que tuvo el matrimonio, de
los diez hijos solo sobrevivieron seis.
Su
padre, Tomás, obtuvo en 1633 licencia de Felipe IV para establecer
un mayorazgo en la familia. Tomás se vio obligado a demostrar que
descendía de nobles (por la rama de los Leca) cuestión necesaria
para que su hijo Juan Antonio entrase en la Orden de Santiago y para
que su hijo Miguel entrase en la Orden de Calatrava.
Sus
hermanos mayores, Juan Antonio y Francisco, fallecieron en 1640, por
lo que el mayorazgo establecido por su padre le correspondió a
Miguel, que solo tenía 14 años. Su padre, Tomás, murió en 1648 y
Miguel, con 22 años, se convirtió en una de las personas más ricas
de Sevilla. Ese mismo año de 1648, Miguel contrajo matrimonio por
poderes con Jerónima Carrillo de Mendoza y Castrillo, nacida en
Guadix (Granada), y era la única heredera de la fortuna de sus
padres. Su esposa, Jerónima, falleció en Montejaque en 1661. No
tuvieron descendencia.
Y
qué no dices de su relación con la ciudad de Sevilla
En
1651 se le concedió el cargo de provincial, caballero veinticuatro y
juez ejecutivo de la Santa Hermandad, que llevaba anejo el cargo de
alcalde mayor o regidor perpetuo, junto con los demás alcaldes que
había en Sevilla. El cabildo municipal le eligió como diputado de
la defensa de la tierra de Sevilla, de la Casa de la Moneda, de la
visita de boticas, de las llaves del Archivo y del agua, de la Cárcel
Real y de la Casa de Inocentes o Casa Cuna. En 1666 Mañara renunció
a sus cargos de alcalde mayor y de provincial de la Santa Hermandad.
Y
de qué otras tareas nos puedes hablar
También
fue diputado de los gremios de chapineros, guarnicioneros, roperos,
olleros y peineros. Estuvo en una comisión encargada de proponer lo
más conveniente para la venta en Sevilla de los vinos del Aljarafe y
Constantina.
Consta
que acudió durante varios años a reuniones de la Junta del
Consulado de Cargadores a Indias. El 3 de junio de 1664 partió a
Madrid para realizar gestiones de esta institución en la Corte,
donde permanecerá hasta finales de noviembre.
Pero
no siempre fue una persona digamos de bien.
De
Miguel se dijo que antes de su conversión fue el más soberbio,
intrépido y colérico que se puede decir; borrascosísimo, pues cada
día no se oía otra cosa que pendencias y lances que había tenido.
Todo el mundo le parecía poco y aun en muchos no cabía su
despepitado natural, llevado de su gran valor.
Pero
en un momento dado, como si dijésemos, se dio la vuelta como a un
calcetín ¿verdad?
Poco
tiempo después de la muerte de su esposa, Miguel se trasladó unos
meses al monasterio de carmelitas descalzos del Desierto de las
Nieves. Los historiadores han considerado la muerte de su mujer
fundamental en su conversión. Se planteó retirarse del mundo para
llevar una vida religiosa con los cartujos, los franciscanos o los
mercedarios. El arzobispo de Sevilla, Antonio Payno Osorio, con quien
tenía amistad, le disuadió de la idea de retirarse.
Y
entonces aparece en escena la Santa Caridad.
La
Hermandad de la Santa Caridad, cuyos orígenes se remontan al siglo
XV, nació con la misión de enterrar a los ajusticiados y dar
sepultura a los pobres y ahogados. Establecida en la Capilla de San
Jorge desde 1588, en el siglo XVII emprendió la construcción de una
nueva iglesia, aunque las obras se interrumpieron en 1658.
En
1661, la hermandad renovó sus reglas, consolidando su compromiso con
los desfavorecidos. Un año después, Miguel Mañara se incorporó a
la hermandad, asumiendo un papel fundamental en su transformación.
Como consiliario, impulsó la asistencia a indigentes y, pese a
ciertas resistencias, fue elegido hermano mayor en 1663. Bajo su
liderazgo, la hermandad amplió su labor caritativa, extendiendo su
influencia a otras hermandades andaluzas con fines similares.
En
1664, Miguel de Mañara impulsó la creación de un hospicio en las
Reales Atarazanas de Sevilla para acoger a los más pobres, pese a la
resistencia inicial de algunos miembros de la Hermandad. El cabildo
catedralicio apoyó la iniciativa con 200 ducados anuales. En 1665,
Mañara redactó un reglamento para su funcionamiento, aprobado por
la diócesis. Para financiar la obra, en 1666 vendió valiosas
pertenencias en América, obteniendo 3.000 pesos, con los que se
adquirió el almacén y se compraron camas para enfermos.
En
el viaje que hizo Mañara a Madrid, entre junio y noviembre de 1664,
también se encargó de asuntos relacionados con la Caridad, siendo
el más importante de ellos el arriendo de una de las naves de las
Reales Atarazanas.
El
impacto fue notable: en 1667 ya habían asistido a más de tres mil
pobres y numerosos enfermos. Su labor atrajo a 550 nuevos hermanos,
entre ellos Murillo, quien ingresó en 1665. Mañara renunció a sus
cargos en 1666, dedicando su vida por completo a la Caridad.
Pero
no quedó aquí su aportación ¿verdad?
En
1673, Miguel de Mañara obtuvo permiso para construir una enfermería
en las Reales Atarazanas y, sin esperar la llegada del legado de
Mateo de Soto, inició las obras de inmediato. Un año después, el
14 de junio de 1674, la enfermería ya estaba en funcionamiento con
24 camas.
Ese
mismo año, Mañara creó la figura de los hermanos de penitencia,
encargados de la enfermería. Aprobados por la autoridad
eclesiástica, vestían un hábito pardo con cruz y escapulario azul.
En sus inicios, eran solo seis: el enfermero mayor, el segundo
enfermero, el ropero, el hospiciero, el refitolero y el cocinero,
cada uno con funciones clave en la asistencia a los enfermos.
Mañara,
siempre fiel a su voto de humildad, dejó su palacio tras la muerte
de su suegro y se trasladó a una vivienda más modesta cerca de la
Caridad.
Miguel
Mañara y la culminación de la Iglesia de la Caridad
Tras
años de parálisis en las obras de la iglesia, en 1666 Miguel de
Mañara impulsó su finalización con una emotiva colecta iniciada
por la humilde donación de 50 pesos de un castañero. Su llamada
movilizó a la Hermandad, que reunió 30.000 reales, mientras que
Mañara obtuvo préstamos y limosnas que permitieron concluir el
templo.
En
1670 se terminaron la capilla mayor y la sacristía, con decoración
a cargo de Murillo y Valdés Leal, cuyo cuadro Finis
Gloriae Mundi
representa a Mañara tras su muerte. La escultura corrió a cargo de
Bernardo Simón de Pineda y Pedro Roldán.
Mañara
también promovió una enfermería, una cocina para los pobres y
otras dependencias. Un providencial legado del capitán Mateo de
Soto, aconsejado por el obispo de Cuzco, permitió adquirir otro
almacén en las Atarazanas para ampliar la obra asistencial de la
Caridad. El 16 de julio de 1674 se inauguró la iglesia.
La
nueva enfermería y las reglas de la Caridad
En
1675, Miguel de Mañara reformuló las reglas de la Hermandad de la
Caridad, estableciendo su compromiso con el cuidado de los enfermos
incurables, la asistencia a los pobres enfermos y su traslado a otros
hospitales.
Ese
mismo año, decidió construir una nueva enfermería. Gracias a una
Real Cédula de 1676, la Caridad obtuvo dos almacenes y dos casas
junto a las Atarazanas, permitiendo ampliar sus instalaciones. Las
obras avanzaron con rapidez y, en septiembre de 1677, la segunda
enfermería quedó terminada, fortaleciendo la labor asistencial de
la hermandad.
En
1678 Mañara escribió al entonces regente Juan José de Austria para
pedirle más espacio en las Atarazanas para construir una tercera
enfermería. Ese mismo año se iniciaron las obras de esta enfermería
y se construyeron los patios, realizados por Leonardo de Figueroa.
Y
el deseado de retiro de Mañara
A
lo largo de su vida, Miguel de Mañara sintió la vocación de
retirarse para llevar una vida religiosa, aunque sus confesores le
aconsejaron continuar con su labor en la Caridad. Durante la Semana
Santa, solía retirarse temporalmente al monasterio cartujo de Santa
María de las Cuevas o al monasterio franciscano de San Pablo de la
Breña, en Morón de la Frontera. Finalmente, en octubre de 1677,
solicitó vivir en la Caridad como un pobre más, y la hermandad
aceptó su petición
Qué
son los Jeroglíficos de las Postrimerías
Las
dos obras de Valdés Leal en la Iglesia de la Caridad de Sevilla, son
una visión plástica del Discurso de la Verdad de Mañara: En Finis
gloriae mundi (El fin de la gloria del mundo) aparece, en primer
término, un cadáver de un obispo en descomposición, junto a los
despojos de órdenes militares; en la parte alta, una mano angélica
muestra una balanza, en cuyos platillos están colocadas las obras
buenas y malas que son pesadas en el juicio, con los letreros: Ni
más, ni menos: ésta será la equidad del juicio divino. En la otra
obra: In ictu oculi (En un abrir y cerrar de ojos) aparece un
esqueleto, figura de la muerte, que con su guadaña aplasta los
despojos desordenados de todo lo que cuenta en este mundo: una tiara,
una corona, libros de ciencia, ricos vestidos, etc. Todo lo que va a
quedarse aquí después de la muerte. Estas dos obras sobre la muerte
fueron realizadas por Juan de Valdés Leal en 1672 y se encuentran en
el interior de la Iglesia de San Jorge de la Hermandad de la Caridad.
El
"Discurso de la Verdad" de Miguel de Mañara
En
1671, Miguel de Mañara publicó Discurso
de la Verdad,
una obra de profundo contenido ascético y espiritual. En ella,
expresa su desprecio por la vanidad del mundo y reflexiona sobre la
muerte y las postrimerías, siguiendo una visión barroca de la vida.
Mañara
describe la existencia como una lucha entre dos ejércitos: el de
Cristo, símbolo de la verdad y la salvación, y el de la gran
Babilonia, representación de la soberbia y el engaño. Critica la
confusión del lenguaje, que ensalza la riqueza, el poder y la
apariencia en detrimento de la virtud. También arremete contra la
hipocresía, denunciando a quienes ocultan sus malas acciones bajo
una falsa imagen de virtud. Esta obra refleja el pensamiento de
Mañara y su convicción de que la vida terrenal es efímera,
mientras que la verdadera recompensa se encuentra en la eternidad.
Y
sabemos cómo fueron los últimos días de Miguel de Mañara
En
los últimos años de su vida, Miguel de Mañara padeció graves
problemas de salud, con intensos dolores, vómitos de sangre y
fiebre. Sin embargo, nunca se quejó de su sufrimiento. En 1677
expresó al arzobispo Ambrosio Ignacio Spínola su alegría ante la
muerte, pues ansiaba encontrarse con Dios. El 9 de mayo de 1679
pronunció sus últimas palabras: "Con grandes deseos de salir
de este mal mundo y de ir a ver a Dios". Ese mismo día
falleció.
La
noticia de su muerte se extendió por toda Sevilla y mucha gente
acudió a ver su cuerpo. Fue enterrado junto a la puerta de la
iglesia 1679, pero unos meses más tarde su cuerpo fue trasladado a
una bóveda debajo del presbiterio, en el lado derecho del altar.
En
1985, el papa Juan Pablo II, reconoció que había vivido
heroicamente las virtudes cristianas, lo que equivale a la
declaración oficial de venerable.
Y
qué reconocimientos tiene en su haber.
Existe
un estatua de Miguel de Mañara, en los jardines de la Caridad, en
Sevilla, a partir de la que el escultor Susillo había realizado en
1895 para la galería de los doce sevillanos ilustres del
exterior del Palacio de San Telmo.
Se
conoce algo relativo a su testamento
En
su testamento escribió
“Yo,
Don Miguel Mañara, ceniza y polvo, pecador desdichado, pues los más
de mis malogrados días ofendí a la Majestad altísima de Dios, mi
Padre, cuya criatura y esclavo vil me confieso. Serví a Babilonia y
al demonio, su príncipe, con mil abominaciones, soberbias,
adulterios, juramentos, escándalos y latrocinios; cuyos pecados y
maldades no tienen número y solo la gran sabiduría de Dios puede
numerarlos, y su infinita paciencia sufrirlos, y su infinita
misericordia perdonarlos”.
Autor. Feliciano Robles.
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